Provenientes del sol, de explosiones de supernovæ, o de agujeros negros de millones de masas solares en el centro de galaxias lejanas, los rayos cósmicos bombardean la Tierra en forma permanente. A nivel del suelo, unas quince millones de partículas subatómicas impactan cada metro cuadrado en un día. Para estudiar los fenómenos más evasivos del Universo, la comunidad científica está construyendo laboratorios subterráneos con el fin de protegerse de esa radiación cósmica.
A 1700 m bajo la superficie terrestre, sólo unas pocas partículas subatómicas son capaces de penetrar las capas rocosas, permitiendo a los científicos estudiar sin interferencias las propiedades de partículas con interacciones tan débiles que podrían atravesar millones de kilómetros de roca sin verse afectados, como los neutrinos, o estudiar la materia oscura, ya que al parecer todo lo que podemos ver en el Universo representa sólo el 4% de la masa total. Varios de esos laboratorios se encuentran en EE.UU., Canadá, Europa y Japón.
Esa ciencia en pleno desarrollo necesita nuevas instalaciones, y mientras India y China están desarrollando sus primeros laboratorios, EE.UU. y Europa planean cada uno un próximo laboratorio de gran tamaño.
La construcción del túnel Agua Negra, parte del corredor bioceánico central, es una oportunidad única para planificar la construcción del laboratorio ANDES, que sería el único laboratorio subterráneo del hemisferio sur.